LA FUGACIDAD DE LA VIDA... DEL AMOR
"El curioso caso de Benjamin Button" es la nueva propuesta del siempre interesante David Fincher, uno de los directores americanos más personales y fascinantes del cine actual. Y es que sus películas siempre llevan su sello, su cuidada estética y puesta en escena que incluso consigue salvar productos de consumo rápido como "The Game" o "La habitación del pánico" que en manos de otro director hubieran resultado totalmente vacíos.
En esta ocasión, la premisa argumental vuelve a ser original, pese a estar basada libremente en una historia breve de F. Scott Fitgerald, y nos permite ver la vida de Benjamin Button a través de un diario que ha dejado escrito, un bebé que nace con una extraña enfermedad que le otorga el aspecto físico de un anciano y que a medida que cumple años su cuerpo y va rejuveneciendo de forma inexplicable, mientras su mente va madurando con las experiencias de su vida.
Sin duda, una historia fascinante que nos hablar de la caducidad de la vida, de saber afrontar la muerte con dignidad y asumirla como parte de nuestras vidas, del "carpe diem", de vivir intensamente cada momento para disfrutar de una vida plena. Y sobre todo se nos habla de amor, porque en definitiva esta película es una historia de amor, hermosa y terrible, pero muy real, donde se reflexiona sobre su fugacidad con esta metáfora de dos personas cuya edad se va acercando y luego alejando inexorablemente.
No se puede negar que nos encontramos ante una gran película, con una puesta en escena exquisita, unos efectos y maquillajes más que creíbles dada la dificultad del abanico de edad en el que transcurre la historia y unas buenas interpretaciones. Brad Pitt está más que correcto como siempre que actúa frente a la cámara de Fincher, el cual parece el único capaz de sacarle lo mejor (aunque un Oscar se me antoja excesivo), y está bien secundado por la siempre espléndida Cate Blanchett y en papeles más secundarios por Taraji P. Henson, una recuperada Julia Ormond y una fantástica Tilda Swinton en un brevísimo pero intenso papel.
Así pues, técnicamente la película es impecable, desde la fotografía a la banda sonora, y Fincher se escapa de su pasado videoclipero y filma con un clasicismo sorprendente desde el poético inicio del relojero hasta el bello plano de la mirada del bebé. También resulta especialmente destacable la escena donde mayor ritmo narrativo adquiere Fincher y con un montaje frenético (que contrasta con el resto del film) nos describe como una sucesión de pequeños golpes de azar y casualidades pueden provocar un inmenso e inesperado cambio en nuestras vidas para el que ya no existirá vuelta atrás, como cada instante del vivido por Benajamin y por ende por todos nosotros.
Pese a todas esas virtudes y pese a contar una historia increíblemente emocional, o precisamente por eso, uno echa en falta algo más de emoción en ciertos momentos, tal vez su excesivo metraje (cerca de las tres horas), tal vez que la historia en el presente y donde se lee el diario de Benjamin no se desarrolla lo suficiente, o tal vez el que todo el mundo acepte con demasiada facilidad y sin cuestionarse demasiado la inversión de la edad del personaje de Pitt (ni él mismo), creen una pequeña distancia con el espectador, pero la experiencia sin duda merece la pena.
U.C. (Daniel Farriol)